María Antonia Merino
María Antonia Merino vive en Los Albaricoques, Níjar
María Antonia Merino, madrileña y -en su juventud- urbanita hasta decir basta, ha encontrado su rincón en Los Albaricoques, un pequeño núcleo de población del municipio de Níjar. En 1992, hace ya 20 años, llegó a tierras almerienses con Richi -su marido-, y los hijos de ambos, Manuel y Andrea. Atrás dejaban un contrato de trabajo en la Comunidad de Madrid, su confortable domicilio en Las Rozas, a 17 kilómetros de la capital, y muchos amigos. Por delante, el reto de encontrar por el Levante de la provincia un pequeño trozo de planeta en el que construir la casa de sus sueños y el de adaptarse a una nueva vida. En Los Albaricoques, mirando al Parque Natural de Cabo de Gata, primer objetivo cumplido.
¿Qué hace una madrileña cómo tú en un campo como el de Níjar? Disfrutar de calidad de vida, algo que en una ciudad inmensa y ruidosa como Madrid era difícil de encontrar. ¿Qué imagen conservas de la Almería de aquellos años? Una preciosidad, en aquella época poca gente conocía las bondades de esta tierra y era una delicia el ir a cualquier sitio. ¿Cómo y cuándo llegáis a encontrar en Los Albaricoques el pedazo de tierra en el que construir la casa o el cortijo de vuestros sueños? Llegamos a la provincia de Almería en 1992. Nada más aterrizar nos instalamos, con intención de que la estancia fuera temporal, en el pueblo de Las Negras. A partir de aquel momento, todo fue explorar y explorar; buscar y buscar entre ruinas y cortijos. Al final… ¡Los Albaricoques! Los inicios de cualquier proyecto suelen ser duros, ¿cómo fue vuestra adaptación? Al principio bastante dura. Con dos niños pequeños, Andrea que por aquel entonces tenía dos años y Manuel, seis recién cumplidos; con escasas posibilidades de encontrar un trabajo y -por delante- el proyecto de reconstrucción del cortijo, ¿he dicho dura? Los Albaricoques de entonces y Los Albaricoques de ahora, ¿muchos cambios? Aunque sigue siendo un pueblecito pequeño, Los Albaricoques ha cambiado bastante desde que llegamos. Gente de diferentes lugares ha venido a vivir al pueblo. Con el tiempo se han ido arreglando viejos cortijos e incorporando nuevas construcciones. Todo ello ha variado significativamente el paisaje urbano y el entorno rural más cercano. ¿De vuestra casa, cuál es tu rincón favorito? ¿De mi casa? Toda ella Para poder compartir puestas de sol inigualables, maravillosas vistas e, incluso, lluvias de estrellas, habéis adaptado parte de la casa a alojamiento rural. ¿Cómo está resultando? La verdad es que han sido años y años de trabajo y paciencia, además del cariño que hemos derrochado en la construcción del cortijo, junto al que nos sirve a nosotros de vivienda tenemos una pequeña y coqueta construcción, “la cocinilla”, que alquilamos por días, semanas o meses a quienes quieren disfrutar de unos días en el corazón de Níjar. Para todo aquel que viene a vernos, el lugar resulta delicioso y confortable. Preciosas puestas de sol, tranquilidad absoluta y, como en el entorno hay poca contaminación lumínica, disfrutamos de las lluvias de estrellas de forma espectacular. Hay otra ventaja, tenemos la playa a 12 minutos. El Levante de la provincia de Almería es uno de los destinos que más atrae a los urbanitas del mundo. ¿Hay infraestructura y servicios para dar respuesta a la demanda? Yo creo que faltan mucha infraestructura y servicios para cubrir la demanda, que cada vez es mayor. De todo lo que has visto en los distintos países y ciudades que has conocido, ¿qué te llevarías a Los Albaricoques? Creo que nada, dejaría de ser Los Albaricoques.
¿Qué hace una madrileña cómo tú en un campo como el de Níjar? Disfrutar de calidad de vida, algo que en una ciudad inmensa y ruidosa como Madrid era difícil de encontrar.
¿Qué imagen conservas de la Almería de aquellos años? Una preciosidad, en aquella época poca gente conocía las bondades de esta tierra y era una delicia el ir a cualquier sitio.
¿Cómo y cuándo llegáis a encontrar en Los Albaricoques el pedazo de tierra en el que construir la casa o el cortijo de vuestros sueños? Llegamos a la provincia de Almería en 1992. Nada más aterrizar nos instalamos, con intención de que la estancia fuera temporal, en el pueblo de Las Negras. A partir de aquel momento, todo fue explorar y explorar; buscar y buscar entre ruinas y cortijos. Al final… ¡Los Albaricoques! Los inicios de cualquier proyecto suelen ser duros, ¿cómo fue vuestra adaptación? Al principio bastante dura. Con dos niños pequeños, Andrea que por aquel entonces tenía dos años y Manuel, seis recién cumplidos; con escasas posibilidades de encontrar un trabajo y -por delante- el proyecto de reconstrucción del cortijo, ¿he dicho dura?
Los Albaricoques de entonces y Los Albaricoques de ahora, ¿muchos cambios? Aunque sigue siendo un pueblecito pequeño, Los Albaricoques ha cambiado bastante desde que llegamos. Gente de diferentes lugares ha venido a vivir al pueblo. Con el tiempo se han ido arreglando viejos cortijos e incorporando nuevas construcciones. Todo ello ha variado significativamente el paisaje urbano y el entorno rural más cercano.
¿De vuestra casa, cuál es tu rincón favorito? ¿De mi casa? Toda ella
Para poder compartir puestas de sol inigualables, maravillosas vistas e, incluso, lluvias de estrellas, habéis adaptado parte de la casa a alojamiento rural. ¿Cómo está resultando? La verdad es que han sido años y años de trabajo y paciencia, además del cariño que hemos derrochado en la construcción del cortijo, junto al que nos sirve a nosotros de vivienda tenemos una pequeña y coqueta construcción, “la cocinilla”, que alquilamos por días, semanas o meses a quienes quieren disfrutar de unos días en el corazón de Níjar. Para todo aquel que viene a vernos, el lugar resulta delicioso y confortable. Preciosas puestas de sol, tranquilidad absoluta y, como en el entorno hay poca contaminación lumínica, disfrutamos de las lluvias de estrellas de forma espectacular. Hay otra ventaja, tenemos la playa a 12 minutos. El Levante de la provincia de Almería es uno de los destinos que más atrae a los urbanitas del mundo. ¿Hay infraestructura y servicios para dar respuesta a la demanda? Yo creo que faltan mucha infraestructura y servicios para cubrir la demanda, que cada vez es mayor. De todo lo que has visto en los distintos países y ciudades que has conocido, ¿qué te llevarías a Los Albaricoques? Creo que nada, dejaría de ser Los Albaricoques.
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