El Grupo Ecologista Mediterráneo ha lamentado que sólo ante las denuncias de los ciudadanos y los ecologistas se hayan activado las alarmas para solucionar el grave problema surgido en las Salinas de Cabo de Gata, uno de los lugares más emblemáticos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, que hoy presentan un lamentable aspecto con sus charchas secas y sin la avifauna que enriquece este espacio natural.
El problema surgió hace varios meses, cuando las fuertes lluvias provocaron al parecer una avería en sistema de captación de agua del mar para alimentar las salinas. Resulta cuando menos extraño que en todo el tiempo transcurrido los agentes y el personal que vigila y controla el Parque Natural hayan dado la voz de alerta ante lo que «es un problema ambiental de enorme magnitud».
Miles de aves acuáticas, que normalmente pueblan este paraíso natural, han tenido que marcharse a otros lugares ante una falta de agua que no sólo afea enormemente el espacio, sino que impide que esas aves puedan alimentarse ya que el agua marina les aporta microplacton o pequeños invertebrados que con la base de su sustento.
El poco comprensible que durante todos estos meses no se hayan abordaron con un mínimo de rigor y de sensibilidad esas reparaciones del canal, que incluyen los motores de impulsión. Según nos comentan vecinos de las Salinas, muchos de ellos con vínculos con la actividad salinera, existe o existía un acuerdo entre la Unión Salineras, que explota estas salinas, y la Junta de Andalucía, como administración garante del mantenimiento de las condiciones ambientales obligadas para permitir que la vida de las aves se siga desarrollando en los charcones donde se produce la sal.
A la vista de la más que lamentable situación actual, con las charcas secas, con las aves emigrando a otros humedales españoles o extranjeros, exigimos una actuación urgente, pedimos que no se produzcan más dilaciones y que las reparaciones se realicen antes de que sea demasiado tarde.
Las Salinas del Cabo de Gata no son sólo un lugar para albergar una enorme riqueza ornitológica; es también un escaparate para mostrar la belleza de Almería o el nivel de su compromiso con el entorno natural.
Pero además es la mejor proyección de la provincia de cara al exterior. Este próximo septiembre la Vuelta Ciclista a España tiene uno de sus finales de etapa precisamente en estas salinas. Millones de personas lo verán por la televisión y en lugar de esas imágenes fantásticas de los flamencos, las garzas y garcetas, de los correlimos o de los zarapitos (entre otras muchas aves), verán discurrir la Vuelta por un paraje seco, desolado y sin vida.
Es también uno de los mayores atractivos de la provincia para atraer turismo: se calcula que por el Cabo de Gata pasa cada año más de un millón de personas, esa imagen se pasea por las agencias y las promociones por todo el país y por toda Europa -hasta Bisbal y la Diputación lo incluyen entre las maravillas que ofrece la provincia.
La pregunta es si estamos dispuestos a renunciar a todo ello a causa de una actuación negligente o displicente por parte de nuestras administraciones locales, provinciales, regionales o nacionales, o por la inacción y el desprecio por el medio ambiente de una empresa como la Unión Salinera de España.
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