Lamentablemente parece que nada puede escaparse a las garras de esta crisis que nos lleva de sobresalto en sobresalto como una montaña rusa permanente en el que la llegada es sólo un efímero horizonte que se nos aleja a medida que creemos que ya estamos mucho más cerca de él. Cada semana conocemos el doloroso recorte que se ha concretado después de los rumores extendidos por los medios interesados en el globo sonda y empezamos a temblar cuando (casi siempre) a través de un telediario comprobamos que nuestros temores se han hecho, una vez más, realidad.
El último que tengo en la memoria (por ser parte interesada, lo reconozco) es otra de las ideítas del Sr. Wert para mejorar la educación de los españoles, subir las tasas de los universitarios como si fuesen un artículo de lujo.
Esta nueva horquilla de precios propuesta por el gobierno, aunque no quiera reconocerlo culpando de ella a las comunidades autónomas, puede suponer a los estudiantes un incremento en el precio de su matrícula de más del sesenta por ciento. Es decir, un nuevo castigo para los hijos de las familias con menos recursos que no sólo están viendo como le suben los precios de la educación de sus hijos sino también el recorte espantoso de las ayudas para hacer frente a los mismos. Con estas medidas, probablemente los superdotados seguirán siendo superdotados y los ricos seguirán siendo ricos y pudiendo estudiar aunque no sean superdotados, pero las personas normales que no son ricos ni superdotados que se sientan capaces de sacarse una carrera, con unas notas razonables y con mucho esfuerzo, van a tener que empezar a pensar en cómo pagarlo o en abandonar si alguno de los años no consiguen superar todas las asignaturas. Solución del Sr. Ministro, ofrecerles un préstamo. ¿Otro préstamo que sumar al de la hipoteca, al del coche, al que se pidió para que el niño empezase la carrera o a todos ellos juntos?
Parece que no es la mejor solución, como parece que lo más conveniente es que el Sr. Ministro deje de culpar a todo el mundo de sus hachazos y empiece a buscar un hueco en su agenda para iniciar un proceso de reflexión sobre sus propuestas, para abrir un tiempo de debate y de concertación con todos las partes implicadas en esta materia tan sensible, con las comunidades autónomas, con las universidades, con sus rectores, sus estudiantes y con el resto de los agentes sociales porque de ese entendimiento a buen seguro que salen las bases que podrán ayudarnos a afrontar esta crisis desde el conocimiento, la innovación y la capacidad creativa de nuestros jóvenes, sean ricos, superdotados y simplemente universitarios capaces de abordar el futuro tan incierto que ahora se les presenta.
Luis Pérez Montoya