Cuando, para las pasadas elecciones generales, decidí aceptar mi designación como número 2 de la candidatura del PSOE por Almería, hice pública una “carta abierta” titulada “Las razones de un candidato”. Ahora, creo que con más motivos, me siento obligado a explicarme. He renunciado a mi acta de diputado. No es una decisión de ahora, sino manifestada a la dirección de mi partido hace poco más de un mes y aplazada hasta después de las elecciones andaluzas para evitar interpretaciones inconvenientes y para ver si, con un poco más de tiempo, terminaba por encontrarle sentido a mi dedicación.
No es una decisión precipitada o irreflexiva; quizás sí lo fue la de aceptar que se me incluyera en la candidatura. En estos cuatro meses he tenido tiempo más que suficiente para pensarlo y escuchar y valorar los consejos y protestas de las personas más cercanas afectiva y políticamente. No se debe en modo alguno a discrepancias o desacuerdos con la dirección de mi partido, con la que, por otra parte, me siento muy identificado.
No hay más razones que las estrictamente personales, derivadas sólo y exclusivamente de mi manera de ser, sentir y pensar; de entender cómo debo comportarme. Manera de ser y pensar que no es mejor ni peor que otras y que puede incluso parecer –y ser- incongruente y poco consistente. En fin, cada uno es cada uno.
No todos valemos para todo. Cada persona puede desempeñarse mejor en una tarea que en otra. Seguro que hay gente capaz de hacerlo bien en cualquier tarea o responsabilidad. Yo, no. Mi trayectoria en la vida pública se ha desarrollado en la gestión directa, y en ella me he sentido realizado personalmente, sin perjuicio de la consideración que a los demás le hayan merecido sus resultados. Me he sentido más útil en el pensar y hacer que en el pensar y debatir.
No me siento capaz de de desarrollar con eficacia una tarea tan trascendente, sobre todo en los tiempos que corren, como la que se ha de llevar a cabo en el Congreso de los Diputados. ¿Para qué sirve el desempeño de un cargo público si no resulta útil o provechoso para quienes te han designado o elegido, para quienes te han encargado que los representes? Yo no me he sentido útil, ni capaz de llegar a serlo, como diputado, lo que me ha hecho encontrarme muy a disgusto, muy incómodo conmigo mismo; sobre todo teniendo la certeza de que hay personas que pueden ser más competentes y provechosas.
No es falsa modestia, ni trato de excusarme de nada. Como lo pienso, lo digo. Que cada cual lo entienda como le parezca. No quiero seguir –creo que no debo- donde no me siento cómodo, por las razones que expongo. Quiero vivir con la conciencia tranquila, seguro –aunque pueda equivocarme- de que hago lo que debo, lo que mi sentido del deber me exige.
Dejo, pues, mi escaño. Doy paso así a una de las personas más competentes, preparadas, eficaces y honestas que conozco. De manera que, con ello, seguro que todos –los almerienses en particular- salimos ganando.
Termino agradeciendo la confianza de quienes apostaron por mí al elaborar y aprobar la candidatura; la de quienes la votaron en la jornada electoral, sobre todo si hubo alguien que lo hiciera por confiar en mi persona como parte de un proyecto por el que apostaron. A todos pido disculpas si es que se han sentido defraudados por mi comportamiento. En cualquier caso, insisto en las ventajas de mi sustitución y en que sólo he sido un elemento subjetivo insignificante de un plan en el que, aunque se ha de contar con los mejores para desarrollarlo, lo importante no son las personas sino los propósitos y las ideas.