La crisis ha desatado los instintos más depredadores de muchos empresarios con sus consabidos ajustes de plantillas, y el gobierno del Partido Popular ha aprobado una Reforma Laboral, que no es otra cosa que una contrarreforma social que posibilita la supremacía del poder empresarial en la determinación de las condiciones de trabajo y el debilitamiento de la negociación colectiva, lo cual, entre otros efectos, conllevará a la expulsión del trabajo de las personas con una salud que no sea de hierro, o que en la disyuntiva empleo-salud acepten la “imposición psicológica” de acudir a trabajar aún estando enfermos.
Si a la reforma laboral le añadimos los recortes presupuestarios, tenemos como resultado un sentimiento de inseguridad frente al presente y al futuro, dado que si pierde el trabajo, se sabe que es muy difícil, si no imposible conseguir otro empleo. Y si se encuentra otro será en perores condiciones. Todo esto tiene un impacto directo en la salud, tanto en la de las personas que pierden su trabajo (síntomas de ansiedad, irritabilidad, aumento de adicciones, depresiones y hasta suicidios) como en la de las que lo mantienen pero sufren un empeoramiento de sus condiciones de trabajo o sienten el riesgo de perdida de su empleo.
Particular incidencia negativa sobre la salud, pueden tener la desaparición de cláusulas en los convenios colectivos, en todo lo relativo a la organización del tiempo del trabajo y la disponibilidad plena exigible al trabajador, con importantes efectos en la conciliación de la vida familiar, viéndose especialmente afectadas las mujeres trabajadoras.
En Andalucía más del 95% de las empresas tienen plantillas inferiores a 10 trabajadores, de los cuales, en el 70% de las empresas no se realizan elecciones sindicales y su capacidad de negociación de convenio es casi nula, con lo que estaríamos abocados a una mayor individualización de las relaciones laborales y a mayor debilidad y vulnerabilidad de las personas. Se penalizará la ausencia justificada al puesto de trabajo y se agudizará el presentismo, con los problemas que conlleva (recaídas, contagio a otras personas, mayor riesgo de sufrir accidente, y menor productividad).
Los vientos que corren son de freno a las políticas de prevención de riesgos laborales y de deterioro de la salud de nuestra sociedad. Pero la situación es reversible y hay cosas para hacer y las vamos a hacer. Hoy más que nunca a
través de las movilizaciones de la población trabajadora y la sociedad se demuestra que hay alternativas para otra política social y económica, con trabajos dignos y seguros.
La sociedad ha demostrado en la huelga general, en las manifestaciones convocadas y en la constitución parlamentaria progresista nacida de las últimas elecciones andaluzas, su disposición a luchar por el mantenimiento de las conquistas logradas.
José Manuel Guerrero Mantel es secretario de Acción Sindical de UGT Andalucía