No tiene que ser fácil planificar el servicio municipal de seguridad en un municipio como Roquetas de Mar con sus miles de habitantes, diseminados sin urbanizar, zonas de turismo, playa y núcleos de tanta relevancia como Aguadulce o El Parador. Sin embargo, hay cosas que llaman la atención poderosamente y no se entienden, salvo que nos empeñemos en pensar mal. Un domingo a las 06.00 de la madrugada no creo que haya en ningún lugar del municipio de Roquetas una concentración de personas superior a la que hay en la zona de marcha del 501 de Aguadulce, lo que se conoce como Las Fases. Cientos de jóvenes, en su mayoría, son expulsados a esa hora de los locales de ocio que hay junto a la rambla. La parada más cercana del bus está en la avenida Carlos III y, el primero no pasa hasta después de las 07.00 de la madrugada. A esas horas, los taxistas lo saben bien, las calles que suben hasta la parada del bus que va para Almería capital se convierten en un recorrido peligroso para vehículos, mobiliario urbano, arbustos e incluso para quienes decidan madrugar.
Cientos de personas cargadas de alcohol, en el mejor de los casos, gritan, golpean lo que sale a su paso, se increpan, lanzan objetos y, periódicamente, rajan las ruedas de los vehículos aparcados. Es cierto que hay jóvenes que esperan tranquilamente en la parada de taxi ubicada en Las Fases, pero son los menos. Otros, los más suicidas, se montan en su vehículo y, sin ningún respeto por su vida se la juegan conduciendo con toda la carga de alcohol, es igual, lo normal es que no encuentren controles de alcoholemia en Aguadulce.
Eso está pasando, al menos en los últimos dos años, todos los fines de semana en el Paseo de Las Acacias, Las Adelfas y el circuito de velocidad de la rambla, junto al 501. En el Ayuntamiento lo saben, las fuerzas de seguridad lo conocen pero, de 5 a 7 de la madrugada no hay policía en la zona. Todo es una ciudad sin ley. Desde luego, con multas a los locales no se consigue nada. El problema está fuera del local, una vez que cierra. Donde falta policía es en la calle ordenando la jauría incontrolada de borrachos peligrosos que se convierten en angelitos por la mañana, disfrazados de en ejemplares estudiantes, futuros médicos, abogados, jueces, policías… muchas veces sobreprotegidos por papá y mamá.
El verano está a la vuelta de la esquina y pocos residentes en la zona se extrañarían si algún día se monta una gorda o tenemos que lamentar desgracias mayores. Ese día no servirá el argumento de que ha sido un caso aislado, de que era imprevisible o que no se podía vigilar tanto con tan pocos. La madrugada del domingo esa zona es peligrosa y de lo que pase será responsable quien lo puede evitar y no lo hace. Antes de escribir este lamento, se ha expuesto el caso a la Policía Local de Roquetas de Mar. Por mi parte, más no puedo hacer salvo desear fuertemente que esto acabe por el bien de la convivencia.
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