Este 4 de febrero se celebraba en la Universidad de Almería una jornada sobre prostitución, derechos y crisis sanitaria,con lo que parece ponerse a favor de la normalización de la prostitución como trabajo.
Ni que decir tiene que darle una cara amable a esta lacra que existe desde el principios de los tiempos, a través de promulgar una sanidad global de los millones de mujeres que son explotadas, humilladas, tratadas como trozos de carne y rebajadas a esclavas, es una explotación extrema de mentes y cuerpos; y no es de recibo para ningún organismo que quiera estar a favor de los derechos humanos, y menos aún organizar jornadas de este tipo en un recinto del que esperamos, aparte de una formación en excelencia, un mucho de respeto a las mujeres, la mayoría jóvenes o muy jóvenes que llenan las aulas, pasillos y calles del recinto.
Elegir ser prostituta no es una libertad escogida.
La prostitución siempre ha funcionado como negocio y en un 98% a costa del cuerpo de las mujeres. Tras este presunto trabajo, tal y como se quiere adoctrinar a la población, se esconden los más deleznables tratos sobre un ser humano. Tráfico de mujeres que acaban siendo intercambiadas de un lugar a otro según demanda, violaciones sistemáticas, porque por mucho que ellas digan sí, lo dicen por obligación, con lo cual, están condicionadas y por tanto, aunque no puedan denunciar, quién comete semejantes actos sobre ellas, son verdaderos delincuentes. Desde el proxeneta, tratante, vigilante, empresario de clubs, pisos y por supuesto, quien compra estos actos.
Todo se resume en un negocio neoliberal, capitalista, violento y muy muy machista.
Estamos en el 2022 y aquellas películas, que parecen tan lejanas, dónde los hombres cerraban negocios en un puticlub, dónde una despedida de soltero se celebraba al final de la noche en compañía de estas mujeres, dónde los machitos de turno presumían de las hazañas sobre cuerpos que debían estar a su disposición porque pago y punto, dónde muchas veces se llevaba a los jóvenes a estrenarse y pasar a ser hombres, no sólo siguen siendo una realidad, sino que se quiere normalizar y que se vean como un favor hacia las mujeres que ejercen de prostitutas.
Necesitamos con urgencia una ley sueca que castigue a proxenetas, consumidores y ofrezca recursos y salidas a las mujeres involucradas; y aunque con la ley en la mano no se pueda resolver del todo este tema, por lo menos se sienten las bases para poder actuar de manera jurídica.
Habría mucho que hablar sobre este tema pero lo primero sería no normalizar todo esto. No disfrazar unas jornadas sobre prostitución amparándose en la salud sino más bien organizar una jornada sobre abolición. Flaco favor hace la Universidad de Almería si va a tratar este tema, antes que tratar de dar charlas para concienciar en derechos humanos.
Y sí, a día de hoy, necesitan una sanidad ajustada a sus vidas. No lo dudo, es cierto.
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