Asistimos a un ecopostureo por parte de nuestros políticos que empieza a dar vergüenza ajena al ponerse en evidencia, pena por su servilismo y sobre todo mucho, mucho miedo porque no creen en lo que dicen y más que pensar en verde, piensan con la cartera, el flash y el me gusta.
Escuchando a alcaldes y concejales hablando como grandes expertos de cambio climático, biodiversidad, ecosistemas, equilibrio, sostenibilidad, economía circular, participación, sensibilización, conservación y protección del medio ambiente, uno tiene la sensación de que los años al pie del cañón en la educación ambiental, han dado sus frutos.
Hasta que descubres que es hipocresía, que son loritos que copian y repiten el discurso, el lenguaje, las reivindicaciones, actividades sociales y hasta las soluciones propuestas por los grupos conservacionistas. Para muestra un botón.
El Ayuntamiento de Almería, a bombo y platillo anuncia un mes para celebrar el Día del Medio Ambiente. Una de las primeras acciones es el Laboratorio Residuo Cero (con botellas de agua de un solo uso), para justificar las subvenciones europeas mientras hacen el paripé de escuchar a la población.
Conclusión, hace falta más educación, porque la culpa es del ciudadano que no utiliza los contenedores y cuando lo hace, lo hace mal. Con la boca pequeña se habla de cuestiones políticas y responsabilidades municipales. Satisfechos como si no supiesen lo que descubrieron, anuncian más contenedores, campañas de educación ambiental y varias limpiezas de playas con Ecoembes y su proyecto contra la Basuraleza.
Si el objetivo es no generar residuos, la educación es esencial, estaría bueno que dijese lo contrario, pero es más importante ir al origen del problema, que no es otro que el sistema de gestión instaurado por Ecoembes que trabaja para las empresas más contaminantes, cobra por adelantado por un servicio de reciclaje que no realiza, falsea datos de envases recuperados, soborna a ayuntamientos con campañitas educativas y pide a los ciudadanos que limpien la naturaleza, y por consiguiente, hagan su trabajo.
Si legislasen para reducir envases superfluos y fáciles de reciclar, cobrasen por tonelada reciclada no por la generada, e instaurasen el sistema de retorno de envases y a los ciudadanos, como en otros países, se nos pagase por ellos, la gente, no solo no tiraría latas y botellas en el entorno, sino que las recogería. Pero que paguen con dinero, no con chorraditas de su programa RECICLOS que no funciona y que es complejo de llevar a cabo por la mitad de la población. Si ellos están al servicio del capital, que no nos vengan con valores y recompensas morales.
Además, el ayuntamiento no debería organizar limpiezas de playas ciudadanas, porque su trabajo es poner los recursos humanos y materiales para darnos el servicio de limpieza que pagamos. Que apoyen a los colectivos sociales y aparezcan en un segundo plano, es una cosa, que pidan voluntarios para ahorrarse un puñado de euros y lucirse en las redes sociales es de caraduras.
Si también quieren reducir el residuo que no se queden en dictar leyes que luego no hacen cumplir. Lo digo por el tema de las bolsas de los mercadillos, que presumieron de la ley que las prohíbe, pero las bolsas siguen volando por el Alquián y otros puntos, porque luego miran para otro lado y no tienen el valor de ejecutarlas. Y que prevean como recogerán las basuras que generará el DreamBeach, porque vamos a estar viendo vasitos, botellas y bolsas de hielo del festival durante meses en las playas de Retamar, y si no, al tiempo.
Y lo de posar y blanquear a empresas como Caca Cola y sus banquitos hechos de basura marina, es de traca, pero como les financian campañas, fotos bonitas para la prensa, todos contentos. El mensaje que lanzan es el de “chavales, recoged la basura que generamos y que vuestros ayuntamientos no limpian, a cambio os regalamos agua con azúcar, para crearos adicción y enfermedades, en una botella de un solo uso con la que luego podéis hacer un lapicero o una preciosa escultura para…da igual, pero bebed, granujillas y sonreíd a cámara.”
Pensando en este postureo ecológico, me he acordado de un relato que escribió mi sobrina Ana: Una preciosa mujer se dirigió hacia la aguja. En vez de pincharse y caer en un sueño profundo, se puso a coser un jersey. Pues eso, que a estos le das un sistema de gestión inoperante y corrupto y por la promesa de una foto culpabilizan al ciudadano mientras hacen sonar la caja.
Para llegar al residuo cero hay que cambiar el modelo de gestión, hablar de reducir más que reciclar, hacer cumplir la ley, educar con el ejemplo y gobernar sin pensar en las redes sociales.
Moisés S. Palmero Aranda es educador ambiental
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