Aprendí que el mono del tabaco es un bicho con cara de cabrón que se te mete en el cuerpo y se queda para siempre. Un organismo de largas uñas que fabrica todo tipo de fatalidades para acabar contigo. Para vencerlo tienes que ser más listo que él. Para ello es fundamental conocer sus puntos débiles, sus momentos de bajón y atacar…. Su fortaleza reside en la constancia. No es más fuerte que el bicho de la heroína, pero sí más persistente y eso le hace superior. Tiene a gala ser el campeón de todas las adicciones existentes, al menos de las de nivel estrella del rock para abajo.
Cada veinte minutos pide su ración de nicotina, cada vez más y si no se la das te castiga. Es tu dueño aunque no lo sepas. Él sí lo sabe y te azotará vilmente, sin piedad. Sabe encontrar tu ira, autoestima… te hace engordar o te deja en los huesos. Intenta hacer de ti un ser despreciable ante los ojos de cualquiera. Lo dicho, todo un cabrón.
Al mono se le puede tener amaestrado cuando es pequeño, pero de ese no estamos hablando. Hablamos de un pariente cercano de kin-kong. A ese no lo dejas sin su dosis después de una comilona o esperando el resultado de un examen… a menos que seas más listo que él, vuelvo a repetir. Porque no es infalible, tiene su talón de Aquiles. Yo, al menos, lo he encontrado… hay que reírse de él, ridiculizarlo, saber de qué palo va y darle lo contrario.
Resulta que ese gorila depende de su dosis y ya sabemos lo que hace si no la recibe… pero… ¿qué pasa si no lo consigue? Sabemos que no muere. ¿Entonces? Se duerme. Parece que todo ese pollo que monta el bicho en nuestro cuerpo es también una manifestación de que se va debilitando. Entre cuatro y diez días tarda en quedar fuera de juego. Pajarito, eso sí, en cuanto note un poco de lo suyo se despierta.
Una buena fórmula para pasar los cuatro días primeros es jugar con el mono, reírte de él e integrarlo a tu día a día. Si va a estar presente, al menos, que ayude. En mi familia, en Nochebuena hubo un plato más para el mono y en el baile familiar se sumó a la conga. Y se llevó las culpas de todas las discusiones post-cena, con lo que acabamos por primera vez todos del mismo bando. Poco a poco se fue debilitando y, aunque no ha sido especialmente desagradable, no estoy dispuesto a resucitarlo pues sí ha sabido darme algunos golpes en el estado de ánimo que no me han dañado porque los esperaba y estaba preparado. Esa es la importancia de conocer al enemigo.
Han pasado trece días que no ingiero nicotina en mi cuerpo, el mono está dominado. No he usado parches, chicles ni caramelos. Por ahora, sentido común. A todos los fumadores os digo que si lo que os acabo de contar lo creéis y os puedo asegurar que es cierto, dejáis de fumar en este preciso instante. ¡Toma ya!
Dejar de fumar es fácil, dice un libro de gran éxito, y estoy de acuerdo con esa afirmación. Basta con quererlo y yo ya no voy a fumar más !
[scrolling_box title=»Otras noticias» count=»60″ rows=»20″]