Lorenzo Rubio, autor del trabajo audiovisual Hijos del mar de plásticos, es hijo de Balerma. Estudió periodismo en Málaga y, aunque sus padres no son agricultores, siempre ha sido sensible ante los problemas de la agricultura. Además, quizás por la educación que sus padres le han dado, teniendo familia y vecinos agricultores, siempre ha estado informado sobre la actualidad del campo.
Durante sus estudios universitarios estuvo de Erasmus en Francia y quedó muy decepcionado con la percepción que la gente tiene sobre el Poniente almeriense. «Y no me refiero sólo a los franceses. También había españoles que sin conocerme, ni conocer el medio decían que en Almería somos explotadores y que los productos de invernadero no eran buenos. Yo les hablaba de los controles de calidad, sistema de trazabilidad, de la economía familiar, del control biológico, de las vivencias de mis vecinos, de la multiculturalidad, de mis amigos venidos de todas partes del mundo. Incluso les bombardeaba con cada vídeo o entrevista que se le hacía a Lola Gómez Ferrón, a la que que conozco y admiro desde siempre», relata Lorenzo Rubio.
«Además, como bien sabemos, cuando llega la primavera las televisiones del resto de Europa publican reportajes sobre lo racistas y explotadores que son los almerienses, para que la población consuma productos locales, ya que es el único periodo en el que los tienen. Sinceramente, decir que en Almería no hay racismo ni trabajadores ilegales sería mentir (ojalá pudiéramos decirlo). Pero he vivido en Francia, he vivido en Suiza, actualmente vivo en Bruselas y puedo asegurar que los almerienses (o españoles en general) no son los más racistas», asegura el autor del trabajo.
«Trabajadores ilegales y jefes que se aprovechan de la situación de otras personas existen en todas partes (como emigrante puedo confirmarlo). Y con eso no quiero justificar el mal comportamiento que pueden tener algunos almerienses, sino hacer hincapié en que Almería, aunque tiene mucho que mejorar, no es el peor lugar. Quizás llama más la atención por las condiciones de trabajo. Pero el trabajo era igual de duro antes de que los primeros inmigrantes llegaran y, citando a mi vecino, Paco Antonio Vargas, cuando toca echar estiércol (trabajo duro) lo echamos todos, mis trabajadores extranjeros, mis trabajadores españoles y yo. Y cuando toca atar las matas (trabajo más tranquilo), igual. Que por cierto, mi vecino siempre ha mantenido que gracias a los inmigrantes el campo almeriense ha llegado a ser lo que es», explica.
Making off
Lorenzo Rubio ha estado grabando a inmigrantes por la calles de El Ejido, en invernaderos, y ha charlado con ellos de forma distendida, sin presiones. «Sinceramente no he tenido muchas dificultades a la hora de realizar el reportaje o de recabar información. La única destacable fue cuando quería realizar tomas recurso en primer plano. Me lancé a las calles de El Ejido (en torno a la calle Almería) una tarde de un fin de semana, el momento en el que los trabajadores extranjeros se reúnen con sus compatriotas para tomar el café o simplemente sentarse en un parque a discutir. Quería grabarles y mostrar la mezcla de culturas existente. Tras explicarles a todos el proyecto, hablar con ellos, recibir sus elogios y sus puntos de vista… se negaban a que les grabara (no les gusta). Sin embargo me quedo con esas conversaciones, esos testimonios que considero que me enriquecieron», explica.
El jurado evaluó el trabajo de Lorenzo con un sobresaliente y le animó a publicarlo. Cuando Hijos del mar de plásticos fue visible al público en Youtube, la respuesta no pudo ser más emocionante. «Tras la publicación en Youtube, fue emocionante la respuesta de la gente, de los vecinos del campo almeriense que se pasaban el reportaje por los grupos de whatsapp, de los medios: algunos periodistas lo calificaron como la mejor estrategia de márketing del Poniente almeriense. Entonces es cuando uno piensa que tanto esfuerzo mereció la pena», concluye.
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