Cada joven que se incorpora a la agricultura crea ocho puestos de trabajo indirectos, según datos del Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores y del que se ha hecho eco el estudio ‘Mama, quiero ser agricultor’ que ha elaborado COAG. En este estudio elaborado por la organización agraria se hace un repaso a la situación y las necesidades de los jóvenes en la agricultura actual, haciendo especial hincapié en que el relevo generacional en el campo como clave estratégica para la seguridad alimentaria, el empleo y el desarrollo rural sostenible.
No obstante, el estudio deja claro que también existe margen de desarrollo y mejora en sectores tradicionalmente exportadores con gran proyección en los mercados internacionales: frutas y hortalizas, vino, aceite, porcino, etcétera. Sin embargo, la baja proporción de jóvenes al frente de las explotaciones agrarias supone una grave amenaza para la viabilidad de las mismas en el futuro, ya que nuestras explotaciones presentan carencias estructurales que deben ser afrontadas principalmente por las jóvenes generaciones: innovación, diversificación, tecnología, gestión, técnicas de valorización de los productos, etcétera. Sin embargo, los jóvenes que se hacen cargo de explotaciones se enfrentan a una situación de incertidumbre sobre el futuro de la agricultura y la ganadería, que se ve agravada por importantes problemas sociales y estructurales.
El estudio deja bien a las claras que los jóvenes agricultores, además, soportan barreras de entrada a la actividad como el acceso a la tierra y al crédito, la dificultad de predecir los resultados y la baja rentabilidad. Según revela el estudio, es importante no abandonar el sector agrario, porque supondría la deslocalización de la producción y la entrada en dependencia alimentaria.
Por otro lado y según indica el informe de COAG, el contexto demográfico del sector agrario demuestra la urgencia y necesidad de una ambiciosa política de relevo generacional a nivel europeo y estatal. En el año 2010, según datos de la Comisión Europea, solamente el 5,3% de los agricultores españoles se encontraban por debajo de los 35 años de edad, mientras el 56,3% sobrepasaba los 55 años. Es decir, tenemos 10 agricultores mayores de 55 años por cada agricultor menor de 35 años.
En este sentido, y analizando los datos del FEGA, relativos a las ayudas directas percibidas por los agricultores y
ganaderos en el ejercicio 2012, solamente el 3,4% de los beneficiarios tienen menos de 35 años mientras el 63,4% de los perceptores tienen 55 años o más.
En cuanto a la incorporación de los jóvenes, la alta tasa de paro juvenil (57%), la ausencia de alternativas laborales en las zonas rurales y el potencial de crecimiento del sector agroalimentario español, ha provocado que en el último año aumenten un 79% las solicitudes de incorporación de jóvenes al sector agrario. En esta línea, según el estudio de campo “Juventud Agraria, en busca de una nueva identidad profesional”, elaborado por Juventudes Agrarias de COAG en colaboración con la Confederación de Mujeres del Medio Rural (CERES) y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, más de la mitad de los jóvenes agricultores (53%) trabajan en la actualidad por cuenta propia, seguido de un 32% que lo hace para el negocio o explotación familiar. La figura de ayuda familiar queda reducida a un 5%. La incorporación se sigue produciendo a través de los propios familiares (70%) o por iniciativa propia como emprendedor (30%).