ASAJA Almería ha querido lanzar una reflexión a los consumidores ante la propuesta que ha lanzado Eroski, ya por tercer año consecutivo, para ofertar en sus centros las llamadas por ellos frutas y hortalizas feas y que pondrán en marcha durante las dos primeras semanas de marzo bajo el pretexto de la promoción de consumo responsable y el desperdicio alimentario. La campaña se desarrollará en 560 establecimientos de su red comercial, incluidos 79 centros de Caprabo y franquicias y también Baleares con su participación en 14 tiendas transformadas y será la novedad en esta edición, según hemos podido saber a través de una noticia publicada por diferentes medios.
Se incluyen en la promoción quince variedades de frutas y hortalizas clasificadas como de segunda categoría por su aspecto o tamaño pero con total calidad nutricional y organoléptica, según dicen en Agroinformación. Estas serán ofertadas a los consumidores con descuentos de hasta el 50% en el precio. Se pondrán a la venta naranjas, mandarinas, limones, manzanas, kiwis, plátanos y aguacate como frutas y además ocho hortalizas, calabacines, pimientos, zanahorias, berenjenas, tomates, patatas, lechugas y ajos.
Pues bien, desde ASAJA queremos recordar a los consumidores que el tamaño de una fruta o de una hortaliza no repercute en que sea de categoría extra o primera siempre y cuando esté bien terminada. Esto significa que la polinización de la fruta en cuestión se ha desarrollado correctamente y por tanto es un producto de buenas cualidades nutricionales y organolépticas.
Otra cuestión diferente es el aspecto, que sí nos puede indicar que la fruta no ha polinizado adecuadamente y por tanto estamos perdiendo cualidades de los tipos mencionados anteriormente. Además, también son productos de segunda categoría aquellos que durante su manejo han sufrido alguna tara o afeamiento y que, en la mayoría de los casos, afecta al tiempo que podemos conservarlo,que es bastante menor.
Los productos de segunda categoría, al menos en nuestra provincia, se venden principalmente para industria y no se tiran. Otra cosa es la presión que ejercen algunos supermercados y empresas de distribución, que obligan a sus proveedores a envasar producto de primera categoría en segunda categoría como estrategia comerial. En los casos que hay sobreproducción la Unión Europea permite destinar producto a distribución gratuita y a otros usos como alimentación animal, acciones que también evitan el desperdicio de estos alimentos.
También queremos destacar que generalmente los precios que se le pagan al agricultor por el producto de segunda categoría es un 80% inferior al de la primera.
Desde ASAJA nos preguntamos si esta apuesta de Eroski es de convencimiento real y responsable o por el contrario, esconde ofertar durante quince días productos con un amplio margen comercial, comprando muy barato y vendiendo al 50% del precio del producto extra y primeras categorías, por lo que tendrían un 30% de margen adicional. Además, nos preguntamos si presionan a sus empresas proveedoras para que estos productos etiquetados como segunda categoría lleven un alto número de piezas de primera para favorecer su venta.
Si se tratase de una estrategia comercial para bajar los precios de las primera categorías a sus clientes estaríamos ante una situación que podría ser estudiada por la autoridad de competencia, ya que esta acción incluso podría provocar la caída en origen de los precios de los productos ofertados, pero esta vez en sus primeras categorías al poder producirse una acción de “contagio” con el resto de supermercados y distribución alimentaria que oferta en el territorio nacional. También no nos gustaría que la estrategia sirviera para traer producto de otros territorios con una calidad inferior que no pueden competir con nuestras producciones.
Lo ideal desde el punto de vista de ASAJA sería ofrecer un amplio abanico de productos de primera y segunda categoría en los líneales de frutas y hortalizas, con total trazabilidad del producto y con total transparencia, incluyendo por qué no costes y precios en origen, de forma que sea el consumidor el que decida qué producto compra, entonces sí estaríamos ante una verdadera apuesta por fomentar el consumo responsable.
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