jueves, 28 marzo 2024

“Uno de nuestros grandes problemas es que nos levantamos sin saber cuánto dinero vamos a ganar»

7 marzo 2012
Almería

Lucía Pérez Ruiz

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Lucía Pérez apunta a la competencia entre las propias comercializadoras almerienses como uno de los motivos de los bajos precios y lamenta que los agricultores estén en manos de la gran distribución.

¿Cómo le ha ido la campaña?
Bueno, pues con una de cal y otra de arena. Tengo dos fincas, una está sembrada con pimiento Palermo rojo, para el que tenía un contrato y un precio cerrado para todo el año, con lo cual y, excepto que le entre algún virus, es un precio que tengo garantizado desde antes de sembrar la planta. Y en la otra finca tengo calabacín; eso va según pizarra, por lo que unos días sube, otros baja… Hemos tenido unos meses de enero y de febrero buenos en calabacín y el resto del año no tanto.

Parece que este año está siendo bueno para los agricultores de pimiento.
Excepto el pimiento italiano, que no sé lo que ha pasado este año y que exceptuando estas dos últimas semanas sí que ha subido algo de precio, la pizarra está muy bien. El California y todos, la verdad, es que están bastante bien, pero eso sí, ahora.

¿Qué habría que hacer para que los precios se mantuvieran así, no sólo en el pimiento, sino en el resto de las hortalizas, y que fueran rentables para el agricultor?
Yo soy de las que piensa que no quiero vender pimientos a 3 euros, aunque tampoco los quiero vender a 30 céntimos. Así se lo digo. Preferiría tener un precio justo todo el año, pero, ¿eso cómo se hace? Pues no lo sé, porque aquí quienes manejan todo el ‘cotarro’ son cinco cadenas de supermercados. ¿Qué tenemos que hacer, concentrar la oferta? Tampoco sé cuál es la salida, porque aquí cada uno le echa la culpa al otro, unos dicen que son las cadenas, otros que las alhóndigas, otros que los intermediarios… Hablas con el intermediario y te dice que él no es, que él sólo se lleva una comisión… Yo sólo sé que desde que mi producto sale de mi finca hasta que llega al consumidor puede que haya multiplicado por cinco su precio.

¿Cómo es el día a día de una agricultora?
Me paso el día capeando muchos problemas. Lo bueno que tiene mi profesión es que yo reparto mi tiempo. Por ejemplo, de las 8 de la mañana hasta las 9, que suena el timbre del colegio, toca niña. Luego, normalmente, lo primero que hago antes de llegar a la finca es hacer algún recado, es decir, si tengo que pasar por el banco o por el almacén a coger abono. En mi finca, el planteamiento con mis trabajadores es que se trabaja esté yo o no. Luego, dependiendo de la hora que sea o del cultivo que sea, si es calabacín a las 12 y si es pimiento a las 5 de la tarde, pues los cargo y los llevo al almacén. La tarde también la tengo súper complicada porque mi hija sale a las tres del colegio y a las 5.30 de las clases particulares, así que ando liada. Lo que sí es verdad es que, como yo organizo mi tiempo, si a las 7 de la tarde tengo que estar rellenando un tanque o tengo que ir a por cajas o a descargar, lo hago.

¿Es difícil conciliar la vida familiar con la laboral?
Yo pienso que todo es organizarse. Además, hace muchos años, yo era muy joven, una mujer me dijo que si tenía que pedir un favor a alguien que se lo pidiese a una mujer que trabajase porque la persona que trabaja se organiza mucho mejor que la que no trabaja. Pienso que me organizo bastante bien y, además, tengo días que son como los de un controlador aéreo, que a lo mejor tiene quince aviones y consigue ponerlos todos en orden para que puedan aterrizar; pues yo lo mismo. Además, cuando tienes gente trabajando todo el año, lo bueno es que sabe lo que tiene que hacer y no tienes que ir detrás de cada persona controlando si lo hace bien o no. Por ejemplo, ahora acabo de cargar los calabacines, pero ya he dicho que esta tarde vamos a amarrar.

¿Siempre ha cultivado usted pimiento y calabacín o ha cambiado de cultivo?
No, no he cambiado. Yo también tengo la teoría de que uno tiene que especializarse en algo. Igual que hay médicos que te tratan del aparato digestivo y hacen muy bien su trabajo, yo soy de las que piensa que hay que especializarse en algo. Por supuesto que todo este trabajo no es sólo mío, para eso tengo a un técnico; por un lado, tengo su ayuda y, por otro, la ayuda de mis trabajadores, que hacen que esto vaya para adelante. Esto que usted ve –por su invernadero- no sólo lo he hecho yo, por lo que tengo que agradecer mucho a la gente que trabaja conmigo.

Los productores de Almería se enfrentan en estos momentos a un problema complicado como son las consecuencias de ese acuerdo de libre comercio entre la UE y Marruecos, ¿a usted qué opinión le merece?
Tengo varios puntos de vista. El primero es que, desde que yo era muy pequeña, aquí siempre alguien ha tenido la culpa; cuando no es Marruecos, es Israel, cuando no es Turquía o si no que está produciendo Holanda. Siempre es algo. Este acuerdo por supuesto que nos va a perjudicar, pero hasta qué punto todavía no se va a saber. Que nuestros políticos podían haber hecho más de lo que han hecho, eso lo tengo clarísimo, que esto es un cambio por algo; no sabemos si será por peces o por lo que será, pero está claro que nos va a perjudicar. Pero me mantengo en que si no hubiera sido Marruecos, hubiera sido Turquía o Grecia. Aquí todos los años es algo.

Lo que está claro es que, pese al acuerdo, ustedes pueden seguir siendo competitivos…
Yo pienso que nosotros tenemos que luchar, sobre todo, por tener un producto de calidad. Quizá los tiros deban de ir por ahí y que lo importante sea poder competir con productos de calidad. A día de hoy, la lucha integrada está totalmente instalada en la mayoría de las fincas de Almería, aunque muchas veces los supermercados prefieren comprar barato, independientemente de las condiciones en las que se haya cultivado esa hortaliza.

Precisamente ésa era la próxima pregunta, el hecho de que los supermercados, muchas veces, se decantan por comprar barato más que por la calidad.
Yo pienso que lo que está sobrando en la provincia son comerciales. Aquí lo único que hay son comerciales. Llama uno y ofrece el tomate, por ejemplo, a 60 céntimos, y llama otro y se lo pone a 55 y otro a 50 y, así, estamos vendidos. Sigo manteniendo que uno de los grandes problemas que tenemos los agricultores es que nos levantamos por la mañana sin saber cuánto dinero vamos a ganar. Cualquier persona le pone precio a su trabajo y nosotros, sin embargo, nos preguntamos cuánto cuestan hoy nuestros calabacines y la respuesta no es otra que lo que quieran pagarnos por ellos.

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3 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo en todo. Se ve que esta mujer tiene las ideas muy claras. Como ella harían falta otro par y levantamos España en menos de un mes

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