Los blanquiverdes están recuperando el tono muscular para el comienzo de la temporada después de un verano que, eso sí, ha sido intenso en cuando a la actividad de gran parte de su plantilla ‘por culpa’ del voley playa. Fue el martes día 4 cuando arrancó la preparación física de la escuadra de Piero Molducci, un mes y 9 días antes del comienzo liguero, todo diseñado y supervisado en este caso por Enrique de Haro, preparador de esa parcela de la entidad ahorradora desde el año 1993.
El objetivo del curso es el de llegar a las finales tanto de Superliga como de Copa del Rey, por lo que, y a pesar de haber renunciado a jugar en Europa, la exigencia física va a ser muy grande. La máquina estará a punto del todo el día 13 de octubre, en la visita de Unicaja al Ushuaïa Ibiza Voley, así asegurado por parte del propio de Haro, quien ha reconocido que «los inicios de temporada son motivantes, hay perspectivas nuevas, los grupos cambian y sí es verdad que otras veces hemos empezado en agosto y ya en septiembre se echaba en falta el trabajo».
Como la casa no se comienza por el tejado, hay una primera fase consistente en «sesiones para valorar el estado de forma en el que llegan los jugadores y tratar un poco las bases de lo que será el resto de la preparación física». Además, «este año estamos introduciendo algunos ejercicios nuevos y entrenamientos diferentes para que los jugadores que llevan mucho tiempo con el mismo método tengan un estímulo diferente a principio de temporada». Sin sesiones largas, “duran como mucho una hora y media”, sí hay trabajo concentrado e intenso: «estaremos haciendo series específicas dos semanas con cuatro sesiones, luego se reducirán a tres y en la temporada a dos».
De perogrullo es decir que «estamos realizando una puesta a punto pero trabajando sobre todo las cualidades físicas más determinantes para un jugador de voleibol: tanto la fuerza de brazos para el remate como en las piernas para el salto o desplazamiento», aunque sin olvidar el resto de cualidades que tiene que tener un deportista, por lo que «también se trabaja un poco la resistencia a nivel general y la flexibilidad». Dureza ahora y responsabilidad antes son notas determinantes, ya que «los jugadores a simple vista llegan bien, se nota los que han tenido actividad este verano y los que no, pero vienen en niveles de fuerza similares a los del año pasado, no exactamente como acabaron la temporada pasada, que lo hicieron muy bien, pero en líneas generales llegan bien”.
Está todo medido, y también el tiempo hasta el comienzo de liga, sabiendo que una pretemporada debe durar ocho semanas. Son los días suficientes para que «pasen por esa fase de cansancio y para que se empiecen a notar los efectos siempre se tendrá que mirar más cuando la liga haya empezado un poco, ahí se verán mejor los resultado». En cuanto a los partidos preparatorios, más que para el nivel físico sirven para asimilar conceptos de juego, máxime teniendo en cuenta la incorporación de dos juveniles como son Carlos Felipe González y Alejandro del Águila. Ellos tienen trabajo específico para preparar su organismo: «los jóvenes están haciendo algo diferente, con las cargas adaptadas, ya que no solían trabajar con mucho peso, por lo que están empezando con ejercicios de pocas cargas, flexiones y saltos».