Había poca coartada para lo sucedido en la vuelta de la Copa del Rey para el míster rojiblanco, que asumió, como suele hacer, la responsabilidad de los males cometidos. De todos modos, su comparecencia fue de unas señas claras de contrariedad, una de las que más en lo que va de temporada, y se limitó sobre todo a pedir disculpas a la grada además de a asumir y entender los pitos que sonoramente despidieron al equipo. Francisco reconoció que el Racing había superado a su Almería, y que su deseo era el de plantarse en la siguiente ronda, por lo que la derrota la consideró como muy dolorosa. La otra parte es que ahora ya queda solo la liga y la permanencia, y recordó que el Sevilla, desde que sufrió la eliminación a manos de los santanderinos, no han perdido.
Por su parte, Francisco Fernández no mostró ninguna efusividad por el pase conseguido, con todo lo que ello supone para un equipo de Segunda B, y más en la situación económica en la que se encuentra. Su gesta se ha repetido, y al Sevilla ha seguido el Almería, y ahora vendrá otro Primera como escollo antes del último gran premio, que sería tener al FC Barcelona como rival. Es libre soñar, pero demostró su carácter pensando ya en el partido de liga del fin de semana, en el que recibirán al segundo clasificado para defender su primera plaza del grupo I. Además de su carácter, que le dio para manifestar que se sentía orgulloso de los suyos, también está la tensión por no cobrar ni él ni toda su gente, así que su puesta en escena en sala de prensa fue comprensiblemente poco animada.