Sin duda se ha convertido en uno de los jugadores predilectos de la afición rojiblanca desde su llegada hace apenas unos meses. Ha sido tiempo suficiente para ganarse un hueco en el corazón de la hinchada y de la ciudad, que reconoce que le han acogido de una manera extraordinaria. Su deseo era jugar en el Almería bajo las órdenes de Javi Gracia, y apostó fuerte en su club de origen para que le dejaran venir cedido a intentar el sueño del ascenso a Primera División. Las cosas marcharon bien y se han superado rachas negativas, pero ahora llega el momento definitivo y Falque lo sabe.
No dice no a un ‘hasta luego’ de alcanzarse el pase directo a la élite, pero ahora sólo se centra en lograrlo y después ya se verá. Si es así, si se sube en El Madrigal, que será la gran final de la Liga Adelante tras la semifinal en el Mediterráneo ante el Girona, el extremo zurdo dirá adiós al estadio y a la gente que acuda el domingo de manera puede que definitiva. Es el último partido en casa de la temporada regular, y puede haber más, ojalá que dos si es que es necesario seguir jugando, pero lo que está en la mente del equipo, muy crecido, confiado, centrado y fuerte, es aprovechar el billete para una ascensión que no tiene paradas.
Elogia a la afición al tiempo que le agradece su cariño y apoyo, y se suma al llamamiento para que la grada no tenga ni una butaca libre, como en la gran cita ante la Ponferradina de hace seis años. No será lo mismo porque faltará otro paso más, pero sí que es obligado mantener al equipo con las opciones intactas para que el choque ante el Villarreal sea sí sea definitivo. De perder, se esfumaría depender de uno mismo, de empatar, valdrá ganar, de ganar, valdrá ganar en tierras castellonenses o incluso empatar si es que el submarino amarillo no vence al Barcelona B, en el que Falque confía.