Desde su último partido ha pasado un siglo, y ante la pregunta sonríe porque no le queda otra. Entre que ha habido parón para todo el equipo y que en las dos últimas jornadas no ha pisado el césped, el madrileño acumula un mes sin poder disfrutar de minutos y eso mella a cualquiera. De todos modos, el ariete rojiblanco se siente fuerte porque así se ve en los entrenamientos y así lo ven todos los que entrenan con él o acuden como espectadores al Anexo, así que toca reivindicarse y recordar, por si acaso, que está disponible y que, aunque sea saliendo desde el banquillo, Óscar Díaz tiene metralla y tiene puntería.
Una de sus frases más rotundas, y además dicha al principio de su intervención, es la de que no va a ser el eterno suplente del equipo porque no ha venido aquí para eso. Si su escollo se llama Rodri, enrachado en el inicio de la liga, al respecto se preocupa en decir que ninguno es un delantero tanque y que, por tanto, pueden ser complementarios y caer por muchos sitios de arriba, si bien confiesa que a él lo que le gusta es la punta y no la banda. Todo esto lo afirma en vísperas de recibir a un correoso Rayo Vallecano ante el que está la posibilidad de engancharse a la vida, lo que lo hace un partido motivador al máximo.
Como es normal, sus ganas de hacer gol son muy grandes, pero para que eso se haga realidad tiene que estrujar sus pocos minutos al máximo. De hecho, cada uno de esos minutos los valora directamente como si fuera oro. Y es que ante el Rayo prevé que habrá espacios y eso a él le viene muy bien. Al menos el parón ha servido para desconectar por un lado, porque has estado con la familia y ha liberado la cabeza, pero también para mejorar prestaciones para ganar, y no hay otro cosa que no sea eso, ganar con el apoyo de la afición tal y como ha venido haciendo hasta ahora. Espera verse en el césped con Trashorras, su excompañero en el Celta.