La organización de la campaña de abonos en el primer día demostró ser un auténtico desastre: la idea de que cada abonado cogiese un número para poder pasar a la sede a renovar y o realizar abonos nuevos se fue ridiculizando conforme iba transcurriendo la jornada.
La primera nota alarmante llegó cuando siendo las 12.00 del mediodía el numero 15 estaba aún esperando para poder entrar a hacerse el carné. De la ilusión por conseguir el tesoro de los aficionados se convirtió en desesperación y un auténtico caos. Los aficionados, lógicamente, expresaban su malestar y el club por su parte no sabía cómo solucionar semejante atrocidad, en la que se repartieron 500 números y a pesar de que se aproximaba la hora del cierre los turnos no avanzaban.
El gran error por parte de la entidad, del cual todos los abonados se quejaban en la cola, era el de que no se pusiera un límite de abonos a sacar, por lo que la organización era prácticamente imposible y hacía impredecible el tiempo que tardaría en pasar el siguiente aficionado. Los fieles que pretendían renovar su asiento no paraban de repetir que se estaba perjudicando a los abonados de años atrás. Y no solo eso, sino que el calor era insoportable y cada vez eran más los aficionados que llegaban. A los directivos de la UDA no le quedó otra que pedir perdón públicamente a través de la web y las redes sociales oficiales e informar de que la sede no cerraría hasta que se atendiese a todos.
Otra cosa que fue motivo de crítica es que peñas y aficionados en general tuvieran el mismo día, haciendo más lenta la gestión. Los datos eran bastante preocupantes: un servidor se marchó del estadio a las 19.00 cuando no había entrado aún el número 30, regresé a las 00.30 y el número que estaba dentro era el 90. Nadie daba crédito a lo que pasaba, y durante el día el ambiente estaba bastante alterado habiendo momentos en los que las personas que se encontraban en el lugar manifestaban su descontento por todo lo que estaba ocurriendo.
De hecho, cuando transcurrían las 02.30 de la madrudaga aproximadamente, Bonillo salió personalmente a pedir disculpas a cada uno de los aficionados allí presentes, algo normal, ya que no parecía lógica la lentitud con la que se desarrollaba la campaña. Con los empleados trabajando hasta altas hora seguía habiendo personas que con números aparentemente bajos, como el 133 de los 500 repartidos, consiguieran sus asientos alrededor de las 5 de la madrugada, cuando casi se cumplían 24 horas de su llegada al Mediterráneo.
En definitiva, fue bochornosa la gestión que una entidad como la que la Unión Deportiva Almería desarrolló en el primer día de su campaña de abonos, dejando muy descontentos a la parte más importante que un club de fútbol puede tener, como es su afición. Pero lo peor es que ya se ha generado un retraso que también ha venido a afectar al segundo día, en el que también han arreciado las críticas por parte de los afectados, eso sí, sin llegar al extremo del día del debut.