La expresión del técnico granadino de la Unión va camino de convertirse en el «Y por qué no te callas» de la afición rojiblanca. No había que disimular el enfado monumental con el que llegó a la sala de prensa y Alcaraz lo dejó fluir con elegancia, manejando los tiempos de su intervención ante los medios para concluir el tema estrella de la jugada polémica de la siguiente manera: «el penalti lo han visto solamente dos: los vivos y los muertos».
Sabía el entrenador de la UDA lo que se hacía, porque también hablaron sus gestos y sus pausas, y no era otra cosa que ser tan contundente como la patada de Beranger a Rafita. También lo fue con las palabras previas a esa expresión que todo lo resume, cuando acertó a decir que «lo que tiene mérito es no verla; yo no puedo pensar que no la quiere pitar, por eso digo que tiene mucho mérito no verla; porque además el futbolista del Elche se levanta diciendo que había sido fuera; ¿que había sido fuera qué?; pues eso».
Pero no quedó ahí la cosa, puesto que para terminar su rueda de prensa volvió a la carga con otro no menos flojo «hablando con objetividad es increible que habiendo cuatro arbitros en el campo no lo vean». A esto añadió un lamento: «no voy a decir que a ver si nos pasa a favor, porque en eso ya he perdido la esperanza después de ver los penaltis que nos pitan y los que no nos pitan». Y concluyó con una conjura: «es una adversidad que hay que superar; el equipo ha demostrado ser un equipo ganador, estamos arriba, estamos en la pomada; hay que asumir la situación con la misma naturalidad que cuando ganamos».
Entre todo esto también Lucas Alcaraz habló del partido y de todo lo que lo había envuelto, recordando que tanto las circunstancias previas como las que acontecieron en el terreno de juego fueron todas adversas. «Es muy muy difícil generar ocasiones de gol porque cortan el juego constantemente y más si se ponen por delante; teníamos el déficit de no tener juego de espaldas para facilitar esa transición que nos da Leo y un poco la creatividad que pueda dar Verza». Ahí también debe de funcionar lo que no funcionó en el partido, como es la complicidad del árbitro para valorar la intencionalidad de juego de cada jugador.
No era el día, y cuando no puede ser, no puede ser y además es imposible. Pero ese día no puede ser eterno: «a mi quién me dice que no vamos a ganar los suficientes partidos para conseguir el objetivo; cuando se consiguen es cuando te miras a ti mismo, analizas el partido con frialdad, sabiendo que hay cosas que mejorar; vamos a recuperar a gente y está claro que si ti tienes tres palos, un mano a mano, tres ocasiones de gol que saca el portero debajo de la portería, no te pitan un penalti y te meten un gol desde 80 metros… ese día si empatas es un éxito».