«Tengo un muerto en la cabeza y esta noche no puedo dormir». Jonathan no ha querido cruzarse con los periodistas, pero él, mientras que esperaba el taxi para irse a su casa, era la viva imagen del partido. Pocas palabras por su parte y muchas de ánimo hacia él de parte de los que lo han buscado precisamente para eso, pero el burkinés se siente responsable de algo de lo que no tiene culpa. Un maldito mano a mano fallado en el minuto 67, cuando el partido ya estaba maduro y el Almería merecía ir por delante en el marcador, es el responsable de ese sentimiento del joven atacante del filial que hoy ha sido llamado a filas para sacar las castañas del fuego.
Eso es lo que tiene fracasar con la planificación de la temporada y dejar una plantilla profesional con 18 jugadores para disputar 42 partidos en principio, si no 44, incluso 46, desde el mes de agosto hasta bien avanzado el mes de junio. Y eso es justo lo que busca ahora el Almería, disputar el playoff para el ascenso, pero lo hace con lo justo o con menos de lo justo y necesario. Y no hay más cera que la que arde: sanciones y lesiones restan efectivos, como cualquiera puede prever fácilmente, y el potencial del equipo por el rendimiento de algunos jugadores ha disminuido -cansancio o incapacidad para ciertas metas-. Para rematar, cambio posiblemente errático de técnico en el momento decisivo de la temporada y regalo de uno o dos partidos a los rivales de arriba.
Y es que el debut de Esteban Vigo en casa ha sido decepcionante, no por culpa del malagueño, que tiene tres coartadas en forma de tres ausencias más que importantes, sino por todo en conjunto, incluido el apagón del estadio que ha retrasado diez minutos el comienzo de la segunda mitad. Esto ha conseguido que se produzca una demostración de hartazgo en la grada, que también ha fracasado con tan solo 6.082 espectadores a pesar del segundo 3×1 consecutivo que se hacía, todos ellos desanimados y también enfadados. Una pequeña parte de la tribuna se ha dirigido al palco buscando a Alfonso García, que ha respondido plantando cara a los que le increpaban.
Hasta ese momento, puede que definitivo, la historia del partido es completamente táctica en la primera parte, con un poder a poder por parte de los dos equipos en la zona ancha y alguna llegada sin demasiado peligro del Almería sobre todo. El ‘Boquerón’ y Julio Velázquez, el ex del Poli Ejido, han mantenido un pulso que no ha ganado ninguno de los dos, sobre todo porque Esteban se ha olvidado del dibujo prometido, el 4-2-3-1, y se ha armado con un 5-4-1, con Rafita de tercer central y con Jonathan como único islote. La presión sobre la salida del balón ha sido la nota predominante en las dos escuadras, y únicamente alguna subida por banda, la obsesión de Vigo, ha conllevado cierto peligro ante el meta Mariño.
La seguridad defensiva hoy tranquilizaba al respetable, con dos grandes Carlos García y Jakobsen, atentos a todos los cruces, con cierta endeblez, eso sí, de Bautista. Arriba, internadas del aguerrido Juanma Ortiz y del poco entonado Aleix Vidal, que con todo ha realizado alguna galopada de mérito, pero casi siempre Jonathan equivocaba el desmarque y él solo cortaba la posibilidad de pase. A pesar de ello, Esteban ha tenido que emplearse por partida doble, aunque la segunda era fuera de juego de Moi Gómez al recoger el rechace del meta almeriense al disparo de Porcar. Eso sucedía en el minuto 17, cuando el Villarreal B se percató de que podía ir a por el partido porque el Almería no carburaba y comenzó a perderle el respeto, pero ahí se quedó.
Casi sin quererlo, y fallando muchos últimos pases, desde la media hora cayeron varias ocasiones para los locales, pero con poco acierto rematador. Un ejemplo de ello es que el primer córner a favor rojiblanca se produjo en el minuto 27, algo impropio de este equipo. Jonathan seguía sin tener fortuna de cabeza y la ansiedad y los gestos de desaprobación entre algunos jugadores transmitían muy malas vibraciones. Lo positivo es que la misión de no encajar se estaba cumpliendo a la perfección, intentando vencer al miedo a perder. Se cerraba así una primera mitad en la que los jugadores nunca estuvieron cómodos sobre el campo, como fuera de sitio. Otro ejemplo: balón largo para que Jonathan lo pelee, consigue banda y cuando él mismo se dispone a sacar rápido se percata de que nadie lo acompaña y de que nadie se acerca. En ese momento llegó el pitido final de Arcediano Monescillo.
Ya a la vuelta de vestuarios, y revisadas las redes por parte de los asistentes, el Mediterráneo se quedó completamente a oscuras. Eran las 22:00 horas y los móviles se encendían por toda la grada simulando ambiente de concierto. A las 22:10 se reanudó el juego, por lo que el arreglo fue rápido, pero se disputó gran parte de la segunda mitad con una torre menos, aunque con luz suficiente. La misma que le vino al Almería, que cambió el panorama e hizo muchos méritos para ganar el choque. Juanma Ortiz fuera por la derecha, o Corona finalizando una jugada que fue de banda a banda y que él mismo inició en el centro, o Verza de cabeza desviado, rozaron el gol. La insistencia de la UDA era grande, y Carlos García se encontró con que el mete Mariño achicó muy bien en un balón suelto dentro del área. A esto siguió otra de Jonathan que Pere tapó para mandar el esférico al lateral de la red mientras que la grada gritaba gol por el efecto óptico. El Villarreal sólo resistía lo que podía.
Y en esas llegó que Juanma Ortiz aguantó la pelota hasta que vio que el burkinés no estaba en fuera de juego para meterle un pase medido de dirección y fuerza, de cara y en carrera, y lo dejó solo ante el portero. Pasarían muchas cosas por la cabeza de Jonathan, que eligió disparar por entre las piernas del meta pero lo hizo mal, puesto que el esférico rozó el pie izquierdo de Mariño y se fue por línea de fondo. De nuevo el portero amarillo redujo muy bien los espacios, pero lo normal que habría hecho el ariete del filial en cualquier entrenamiento seguro que habría sido un regate por velocidad y disparar a puerta vacía. Esto es fútbol, y desde ese momento todo empezó a descender. Pallarés sustituyó a Jonathan y peleó mucho. También se incorporó al juego Aarón, desacertado y con el público muy encima. Y entre tanto Joselu, el goleador del Villarreal que había salido del banquillo, rozó el palo derecho de Esteban con un disparo desde el pico del área.
El dibujo del Almería había cambiado, pero sólo relativamente, con Juanma Ortiz en el lateral zurdo y acumulación de hombres arriba, pero con un único chut más reseñable, en este caso de Aarón de nuevo al lateral de la red cuando las tenía todas consigo. Los futbolistas, como siempre, lo intentaron hasta el final, pero pesaban las piernas y se embotaba la cabeza, que ya sólo daba para bombear balones sin demasiado sentido y sin ningún peligro. No se estaba fino un partido más, y van ocho sin ganar, y los pases y los controles eran muy imprecisos. Era la garra lo que lo movía por inercia a un equipo descorazonado, como el público, que no tuvo otra que pedir a Ortiz Bernal si éxito.
Dos meses y nueve partidos después la puerta se mantuvo a cero, pero sólo dio para empatar y para acostarse en playoff, a falta de lo que hagan Córdoba y Alcorcón, con los que se iguala a 53 puntos con un partido más. Si ambos ganan, y ni qué decir del Hércules, la promoción se irá a tres puntos, pero se sigue dependiendo de si mismo. Es cierto que el equipo acabó cercano al desquiciamiento, pero pudo ganar el choque por acoso y llegadas. Toca terminar de levantarse, que está costando demasiado trabajo.
FICHA TÉCNICA:
UD Almería: Esteban; Rafita, Carlos García, Jakobsen, Dani Bautista (Aarón, m. 79); Verza, Bernardello; Juanma Ortiz, Corona, Aleix Vidal, y Jonathan (Pallarés, m. 71).
Villarreal B: Mariño; Truyols, Lejeune, Pere, Toño; Llorente, Edu Ramos; Lucas Porcar (Juanto, m. 69), Manu Trigueros, Moi Gómez (Pepe Palau, m. 76), e Iriome (Joselu, m. 61).
Árbitro: Arcediano Monescillo, del colegio castellano-manchego. Amonestó al local Pallarés y a los visitantes Llorente e Iriome.
Incidencias: Partido correspondiente a la trigesimocuarta jornada del Campeonato de Liga de Segunda División A, Liga Adelante, celebrado en el Estadio de los Juegos Mediterráneos ante 6.082 espectadores. Antes del inicio del encuentro se guardó un minuto de silencio en memoria de Gaspar Almécija, abonado del club y expresidente de la Casa de Almería en Barcelona.