viernes, 29 marzo 2024

El Mediterráneo fue el Carlos Tartiere en la despedida de Esteban camino hacia Oviedo

22 mayo 2014
Almería
UD Almería Liga BBVA

Esteban mira agradecido a la grada (Foto: JL Matarín)

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Es un ‘hasta luego’ con honores de todos los estamentos de la UDA haciendo la afición pura historia

Jamás antes se había hecho una despedida así a un jugador en Almería, de ninguno de los equipos que han venido jalonando la historia del fútbol en esta provincia. Ni nacidos aquí ni llegados de fuera, ni porteros, ni defensas, ni medios, ni delanteros. Por ello, lo sucedido en la tribuna del Estadio de los Juegos Mediterráneos, no ya lo acontecido sobre la pista y las palabras que se pronunciaron, que también, es extraordinario. Unas 1.500 personas, en un día laborable, se congregaron en una grada desde la que en los pasados años se ha producido una comunión perfecta con un tipo llegado del norte y que habla claro.

Esteban Andrés Suárez regresa a casa, al club de sus amores y de sus inicios, pero se niega a decir adiós al lugar en el que la élite lo ha visto mantener con sus paradas a la Cenicienta de Primera División. Lo único que le faltaba en su brillante carrera era un ascenso, y eso lo logró el curso pasado. No tuvo suficiente con ese reto, y renovó en verano para asumir la responsabilidad de echar el cierre a una portería que tenía todas las papeletas para ser perforada sin piedad por las grandes estrellas de la que dicen mejor liga del mundo. Pero su labor no fue solo fuera, sino dentro de un vestuario que necesitó de su carácter para apoyarse y de su tempo futbolístico.

Los aledaños del estadio se vieron de pronto, y para sorpresa de muchos de los que llegaban, tan faltos de este tipo de acciones, repletos de coches aparcados por todas las calles cercanas a la puerta principal. La atmósfera era la de los grandes acontecimientos, y una vez dentro del recinto se podía ver la fila de seguidores rojiblancas entrando incesantemente en su templo. Esteban conoció lo que estaba pasando fuera porque alguien le dijo que se retrasaba el acto para dar tiempo a que entrara más gente, y sus emociones contenidas sufrieron el primer momento de debilidad severa por mucho que quiso mantener el tipo. Y es que los carbayones también lloran, y los robles, como es su naturaleza, no pueden evitar que el viento de Almería mueva sus ramas y haga caer algunas de sus hojas.

Foto sobre foto, firma sobre firma, llegó el momento en el que, acompañado por uno de sus hijos, salió al campo entre la ovación de su gente. Abrumado, así reconoció estar en las primeras palabras que pronunció, y tras rememorar momentos mágicos en el videomarcador por partida doble llegó la entrega de una placa a cargo de la Federación de Peñas y de parte de toda la afición. Abrazo emotivo con varios de sus compañeros, con su inseparable Ángel Férez, y fotografías con los representantes de la grada y del club, además de lanzamiento de balones al público, una foto más junto al ‘Gracias Esteban’ escrito en una pancarta. Así continuó todo hasta que cruzó por última vez, bufandas en ristre al cuello, el umbral de la puerta hacia su santuario, su vestuario. Hasta luego. Así se despidió.

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