El nivel actual de la Liga BBVA permite que encadenando ocho jornadas sin ganar no se esté en zona de descenso aunque sea por dos goles. Esa es la situación que vive el Almería que da síntomas estar enfermo. Pierde cuando no lo merece y sale goleado cuando juega mal o, mejor dicho, cuando no juega a nada. Todo lo contrario que el Eibar que con escasos recursos sabe perfectamente su misión. Maneja bien el juego directo, domina el balón parado como pocos y presiona cuando tiene que hacerlo.
Como sucedió el viernes copero en Sevilla, el partido se rompió muy pronto pero esta vez en contra de la UDA. En una disputa aérea Piovaccari se zafó con mucha facilidad de Trujillo, entró en el área y abrió el marcador para los locales con un disparo raso.
El Almería no era capaz de encadenar dos pases seguidos, en parte por el mal estado del terreno de juego, en algunos lugares convertido en un barrizal impropio de primera división, y en parte por la estructura defensiva de los de Garitano. A los veinte minutos un robo de balón y un buen pase en profundidad provocó el gol de Berjón. El tercero llegó de saque de esquina, Albentosa remató casi en área pequeña ante la pasividad de la defensa. Soriano, que había entrado por Thievy, acortó distancias aprovechando un barullo en el área. Un espejismo.
Tras la reanudación Navas remató de cabeza un nuevo saque de esquina superando la marca de Trujillo y acabó con las esperanzas de un Almería desdibujado y sin fe. Con los visitantes en la lona dio tiempo a que Capa marcase un buen gol tras jugada colectiva y que Édgar maquillase el resultado. Hoy no hubo juego ni resultado.
En todo caso siempre se puede estar peor. Por ejemplo que el próximo rival liguero sea el Real Madrid…
