Con Guadix y Almería pasa casi como entre Portugal y España, tan cerca y tan lejos. Es la salida natural de los almerienses hacia el centro del país y la mayoría de las veces pasamos de largo por la autovía. Eso nos impide descubrir que hay hasta 11 bodegas en la zona de la vega de Guadix y alrededores. Muchas de ellas cuidan sus vinos en cuevas que dan un toque final especial a unos caldos fruto de una zona climática especial, donde el frío y el calor se turnan para cincelar la uva. Ahora, invitan a los almerienses a conocerlos.
En la noche del martes, decenas de restauradores de la zona del Poniente asistieron a la presentación de la feria Primavera y Vino, que se celebrará en el Palacio de Villalegre de la ciudad granadina los días 31 de marzo y 1 de abril, domingo de Ramos. Ante ellos una mesa repleta de vinos, la mayoría tintos, y tras ellos el alcalde de El Ejido, Francisco Góngora, que hizo de anfitrión, el concejal delegado de Agricultura y Ganadería del Ayuntamiento de Guadix, José García, el representante de la Asociación de Vitivinicultores Altiplano de Sierra Nevada (AVASN), José Antonio Julián, e Ignacio Miranda, de la empresa Quesos Leyva, porque algo de queso hacía falta para tanto vino.
«Los vinos de Rioja y Ribera del Duero tienen mucha fama pero nosotros tenemos tanta calidad como ellos», mantiene firme el concejal José García. Recuerda que en toda Granada hay 60 bodegas, 11 de ellas en la zona de Guadix. «Este año queremos convertir a Guadix en la capital del vino de Granada y pensamos que porqué no invitar a una provincia hermana como Almería», añade. De hecho, el principal patrocinador del evento es una empresa de aquí, Almendras de Almería.
Sorprende saber que hay tanto vino en Guadix. Pero, ¿es bueno? «En granada siempre se han hecho buenos vinos. En la Alhambra está la puerta del vino, en la que un funcionario del reino decidía si un vino merecía entrar en el palacio o no», recuerda Julián, que también es gerente de la bodega Muñana. Una de las claves es la situación geográfica de la zona. Con una altitud media elevada, 1.200 metros, en la época de maduración de la uva (agosto-septiembre), hay una gran oscilación térmica, con temperaturas de 35º por el día y sólo 15º, por la noche, da una maduración particular, muy rica en taninos. El toque diferente lo completa la crianza en cuevas naturales de hasta 50 metros de profundidad.
Y desde los más profundo a lo más alto. Entre tanto vino había un queso, un de los pocos que se hacen en suroeste de España. La receta es una tradicional de La Calahorra, desde allí arriba se la trajo el padre de Ignacio Miranda, de Quesos Leyva, y él sigue la tradición. «La asociación de vitivinicultores nos invitó porque no hay mejor complemento para el vino que el queso». La próxima vez habrá que parar en Guadix a comprobarlo.