Han pasado siete meses desde que un temporal de viento y lluvia provocara las primeras caídas de rocas y piedras en la carretera N-340a, más conocida como El Cañarete. Desprendimientos que obligaron al cierre de la vía que comunica la capital almeriense con la barriada roquetera de Aguadulce con los consiguientes problemas de acceso por la A-7 a ambos municipios.
Siete meses de obras con colapsos diarios en el tráfico de vehículos por la autovía del Mediterráneo, que este martes, 31 de mayo, llegarán a su fin con la apertura de la carretera de El Cañarete, abierta parcialmente desde el 13 de diciembre del pasado año. A diario, la A-7 viene soportando el paso de más de 22.000 vehículos, a lo que en los últimos meses se han sumado los 15.000 que solían circular por la carretera hasta hoy en obras. En las próximas semanas se podrá comprobar si El Cañarete, una vez abierto, logra reducir las largas colas de acceso a la A-7 desde Roquetas de Mar.
Será a partir de las 20.30 horas de este martes cuando, tras quitar las vallas perimetrales que limitan los accesos, se dé luz verde al tráfico «en ambos sentidos y sin ningún tipo de restricciones», según los datos facilitados por la Subdelegación de Gobierno en Almería.
El subdelegado del Gobierno en Almería, Andrés García Lorca, informaba que los operarios sólo tendrán que hacer frente a los trabajos de tratamiento para evitar el impacto paisajístico del muro de hormigón de 22 metros y 16 de ancho que fue construido para contener los posibles desprendimientos de los acantilados, ya que la pared vertical es apreciable desde la vía y ofrece un contraste muy significativo con el resto del paisaje. La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía requirió documentación variada sobre una única cuestión: la adecuación paisajística de la obra, para lo que ha dado un plazo de dos años aunque la actuación podría iniciarse el próximo mes de septiembre.