Cañamero subía el tono de sus palabras conforme el contenido de las mismas avanzaba, escudriñando los problemas con los que tienen que bregar a diario cientos de miles de familias andaluzas. Junto a la suya, también la indignación de los presentes, un millar aproximadamente, iba en aumento, viéndose reflejados en la enumeración de cosas sencillas de las que los políticos no les hablan, como ajenos por completo al pueblo al que representan. Así, y ante las afirmaciones vertidas desde el techo de una furgoneta aparcada en la Plaza de las Velas de la Rambla, los transeúntes frenaban su paso e incluso se incorporaban a escuchar el mensaje.
Y es que el portavoz del Sindicato Andaluz de Trabajadores resumió el sentir general en pocos minutos y supo empatizar perfectamente con la masa ciudadana que lo estaba escuchando. Recordó «intentan ridiculizar nuestro discurso, intentan ridiculizar nuestros mensajes», para seguir afirmando al respecto que hay un pero en el intento de algunos políticos: «nosotros no hablamos de la prima de riesgo, nosotros no hablamos de la Merkel, ni del banco ni de la madre que los parió, hablamos de la bombona de butano, hablamos de paro, hablamos de la hipoteca, hablamos de la gente que no tiene un trabajo, hablamos de lo que cuesta la luz, el agua (…)».
A medida que Diego Cañamero avanzaba en su explícito discurso, muy bien estructurado, hacía mención a que era fácil de comprender: «(…) y nos está entendiendo la gente, y por eso ellos tienen miedo de esta marcha, humilde, que empezó en Jaén y que está recorriendo todos los lugares; claro que tienen miedo, porque tienen que perder, el pueblo no tiene que perder nada, el pueblo solamente se tiene que quitar un día el miedo y las cadenas, el pueblo tiene que pelear, el pueblo tiene que luchar, los pueblos se tienen que levantar, porque si no se levantan se convierten en cementerios vivientes».
Una vez caldeado el ambiente con el sólo uso del verbo, el portavoz del SAT siguió con el tirón de los vítores de los manifestantes, ya totalmente imbuidos con el sentido de la ‘marcha obrera’, haciendo la petición directa por la que los jornaleros echaron a andar hace días: «los pueblos tienen que volcarse y defender pacíficamente todos los derechos, pacíficamente, como Jesucristo, como Gandhi, como todos los luchadores de la historia, hay que levantarse pacíficamente y defender una sociedad más justa, una sociedad donde la economía esté al servicio de las personas, del ser humano, una sociedad de la cultura, en la que la educación y la sanidad estén al servicio de todas las personas, una sociedad que respete a la naturaleza, una sociedad que haga feliz a la gente, que no la haga sufrir, esa es la sociedad que tenemos que pedir todos».
De este modo concluyó el discurso de Cañamero en medio de un blindaje policial excepcional, compuesto por la presencia de ocho furgones con su dotación correpondiente. La despedida consistió en la interacción de todos los concentrados ante la furgoneta blanca con los altavoces y el interlocutor en el techo, consistente en cantar unidos el himno de Andalucía. Pocas veces se ha escuchado el contenido de la letra ‘andaluza’ con más rotundidad en la provincia de Almería, paso previo a un aplauso general y a una retirada tranquila entre los efectivos policiales.
Un comentario
Olé sus cojones!!!!!!!