El año que viene no dará francés, según su tutora, en vez de eso dará el refuerzo de lengua que lleva intentando colocarle desde hace un par de años. No sé quién es esta señora para eliminar una asignatura del plan de estudios, pero la verdad ya no me importa. No volveremos a pisar ese centro nunca más.
Martes, 25 de junio de 2013
Hoy he recogido las notas del niño. PASA DE CURSO (¡aleluya!) aunque ha suspendido inglés y “le han suspendido” la lengua por n-sima vez.
Me han dicho que haga un libro de actividades en el verano, de esos que da risa ver por la cantidad de dibujitos y el poco “material” que incluyen. Me han dicho que es obligatorio, pensando aún que va a volver a ese colegio en septiembre. ¡Ja!…
El año que viene no dará francés, según su tutora, en vez de eso dará el refuerzo de lengua que lleva intentando colocarle desde hace un par de años. No sé quién es esta señora para eliminar una asignatura del plan de estudios, pero la verdad ya no me importa. No volveremos a pisar ese centro nunca más.
Si ese refuerzo fuera algo imaginativo, que de verdad le sirviera, jamás me hubiera negado. Pero la historia empezó así: en principio, al diagnosticarlo como superdotado, y para contentarme a mi, se le “concedió” una clase de AMPLIACIÓN a la semana. Cuando pasaron las semanas y los meses, el niño comentaba que era un suplicio. Esa clase de AMPLIACIÓN se había convertido en una clase de REPASO de lengua. Es decir, una hora más de lo mismo. Exactamente lo mismo. Ortografía, dictados, caligrafía. Aburridísimo y tedioso para él. No recuerdo quién dijo: “si quieres obtener distintos resultados, deberás aplicar distintos métodos”… pero obviamente tenía mucha razón.
Conseguí que la eliminaran y que no lo sacaran de clase para esa tortura. La señorita me dejó muy claro, que mientras no hiciera lo mismo que los demás, no le ampliaría absolutamente nada, a pesar de que por ley tiene derecho a ello.
Ahora por fin, la señorita ve la oportunidad de seguir machacándolo con lo mismo, incluso a costa de “quitarle” una asignatura del programa oficial.
No es cuestión de dudar o no de su buena voluntad. Es cuestión de que en cuatro años que lleva con el niño de tutora, aún no le conozca y no sepa como motivarlo. Al revés. Cada año lo ha ido haciendo peor. Mientras mi labor en casa iba dando frutos (he tenido que sacrificar mi vida laboral para estar en casa con él), ella iba tirando todos nuestros avances por la borda. Aunque, por supuesto, las medallas siempre se las pone ella.
Les sugerí, que si hacía las cosas bien y como ellos querían, que lo premiaran con una hora con los niños de la ESO en el laboratorio, o una clase de química o física…algo que de verdad le gustara. ¡Nooooo!…Eso no. Eso sería tratarlo diferente y nunca lo hubieran permitido.
Jueves, 27 de junio de 2013
Hoy he tenido cita con el inspector de zona, D. JCO. Le he explicado la cuestión, y ha puesto en mi conocimiento que para reclamar exámenes se dispone tan sólo de dos días, así que el plazo ha expirado. De todas formas, según me ha comunicado, el órgano encargado de revisar esos exámenes en primaria, es el Consejo Directivo del mismo colegio… así que tampoco hubiéramos hecho gran cosa.
Me da rabia que tenga un suspenso en lengua que no es real, pero tampoco es lo más importante ahora mismo.
Le he dejado este diario y le he informado de palabra lo mejor que he podido del infierno que ha pasado mi niño durante este último año de primaria.
Le he enseñado un escrito de mi hijo, en el que contaba su experiencia de cuatro años con su tutora, y le he informado de que no es fiable la evaluación por parte de una persona que ha perseguido literalmente al chiquillo durante todo el curso.
Su respuesta: que ponga una queja formal en el registro de la delegación, y entonces él tendrá que investigar, pero que si ya que sale el niño de allí, no entiende el interés. ¿Qué no entiende el interés? ¿Qué después de las humillaciones, desilusiones, torturas psicológicas, ataques directos… no entiende mi interés?
Me he quedado desinflada, como siempre. Aunque, por supuesto, pondré la queja formal. Si puedo conseguir que ningún otro niño pase por lo que ha pasado el mío, me daré por satisfecha.
En septiembre entra en un nuevo centro. Espero no tener que continuar con este diario y poder ver a mi hijo progresar y disfrutar del aprendizaje. Este diario sólo refleja el último curso, pero si contara la historia desde que entró en educación infantil, podría escribir un libro completo.
Agradezco a este medio por permitirme compartir nuestra “odisea” y agradezco a todos aquellos que han seguido el diario, por su interés en nuestro caso.
Gracias a todos.
Dulce Montagudo